24, abril de 24
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I. Ávila y los vettones hace 2500 años
II. Castros vettones más importantes de la provincia de Ávila
III. Toros y verracos emblemáticos
− Ávila capital
− Las Cogotas (Cardeñosa)
− Martiherrero
− La Mesa de Miranda (Chamartín)
− Tornadizos de Ávila
− Toros de Guisando (El Tiemblo)
− Ulaca (Solosancho)
− Villanueva del Campillo
IV. Catálogo de esculturas de la provincia de Ávila
V. Lecturas recomendadas
VI. Exposición Vettonia. Cultura y Naturaleza
VII. Exposición Temporal. El descubrimiento de los Vettones
VIII. Rutas Arqueológicas de los Vettones
IX. Fondos de Escritorio, Vettonia - Cultura y Naturaleza
III. Toros y verracos emblemáticos
Ávila capital
Descripción | Fotografías | Fotografías de los Verracos
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Ávila conserva cerca de medio centenar de esculturas. Muchas están reutilizadas y alteradas, formando parte de los lienzos de la muralla medieval que rodea la ciudad. Otras están expuestas en el Museo de Ávila, en el almacén visitable de la Iglesia de Santo Tomé el Viejo anexo al anterior, así como en calles, monumentos y edificios emblemáticos de la ciudad: patio y claustro de la Catedral, iglesia de Santa Teresa, iglesia de San Nicolás, patio del Torreón de los Guzmanes, palacio de los Verdugo, palacio de Abrantes, palacio de los Dávila, palacio del Marqués de Santo Domingo, Palacio de Travesedo, casa de los señores de Albertos, cementerio viejo, Parador Nacional Raimundo de Borgoña, Delegación de Hacienda, plaza de San Vicente, plaza de Concepción Arenal, así como en las dehesas que rodean la ciudad (Guterreño, Bascarrabal).
Una parte importante de la estatuaria se caracteriza por tener dimensiones pequeñas, no superando apenas el metro de longitud. Se trata de esculturas muy geométricas, básicamente toros, con perfiles rectos. Estas esculturas de Ávila han de relacionarse necesariamente con la ciudad romana de época altoimperial. La concentración de estos ejemplares inclina a pensar en la ubicación de un importante taller en torno a la ciudad o sus alrededores. Existen, también es verdad, otros tipos más grandes y naturalistas, seguramente fabricados en la Edad del Hierro. Este sería el caso del enorme toro (2,31 m de longitud) que se conserva junto a la fachada del palacio de los Verdugo, procedente de Muñogalindo, el bello ejemplar de verraco recientemente hallado en las excavaciones arqueológicas del cementerio musulmán de la ciudad (hoy expuesto en la Iglesia de Santo Tomé el Viejo) o el verraco de la Puerta de San Vicente, con todas sus implicaciones. Veamos este último más detenidamente.
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El descubrimiento en la base de la torre norte de la puerta de San Vicente, en las murallas de Ávila, de un verraco de 1,70 m de longitud y 1 m de altura (1,6 con el pedestal), tallado in situ en la misma piedra, sobre el substrato geológico de la ciudad, constituye uno de los hallazgos más singulares y recientes que se conocen de estas representaciones (El Diario de Ávila, 30/5/99). La talla ofrece los rasgos naturalistas propios de los grandes cerdos de piedra realizados a finales de la Edad del Hierro -mandíbulas en resalte, extremidades anteriores y posteriores bien representadas, pezuñas- de los que se conocen varios ejemplos en el interior de la ciudad y en los castros de alrededor. Esta escultura servía de cimiento de estructuras arquitectónicas del medievo y de una primitiva torre romana que tenía su entrada por el mismo lugar que ahora tiene la puerta actual, aunque aquella era más ancha. La base del muro romano, asociado a grandes sillares bien dispuestos de tipo opus quadratum, se localiza aproximadamente al mismo nivel que el pedestal sobre el que se asienta el verraco. Es casi seguro, por tanto, que la estatua estuviese a la vista en época altoimperial, que es cuando parece construirse el acceso. Falta todavía el estudio de los materiales asociados a la pieza y la relación con los diferentes niveles de pavimento que se documentaron. En todo caso, la espectacularidad del hallazgo reviste gran relevancia; se trata del primer ejemplar, constatado arqueológicamente, que se conserva en el sitio original, y que puede llevar al replanteamiento de varios aspectos relativos a la antigüedad del recinto amurallado y al origen de la ciudad. Es casi seguro que la estatua estuviese a la vista en época romana, pero tampoco hay que descartar que flanqueara el acceso a lo que debió ser el primitivo castro prerromano del siglo I a.C., tal vez con la simbología característica del guardián protector de la ciudad.
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