28, marzo de 24
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I. Ávila y los vettones hace 2500 años
− Los castros
− Los cementerios
− Señores de pastos y ganados
− Los verracos
− Las ciudades vettonas y Roma
II. Castros vettones más importantes de la provincia de Ávila
III. Toros y verracos emblemáticos
IV. Catálogo de esculturas de la provincia de Ávila
V. Lecturas recomendadas
VI. Exposición Vettonia. Cultura y Naturaleza
VII. Exposición Temporal. El descubrimiento de los Vettones
VIII. Rutas Arqueológicas de los Vettones
IX. Fondos de Escritorio, Vettonia - Cultura y Naturaleza
I. Ávila y los vettones hace 2500 años
Los castros
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La topografía de los poblados vettones habitualmente pone de manifiesto cuatro tipos fundamentales de emplazamiento: en espigón fluvial, en cerro o acrópolis, en meandro y en ladera. Los sitios elegidos para vivir solían ser puntos elevados y de difícil acceso, erizados de rocas graníticas, bien significados en el paisaje y junto a excelentes vías de comunicación. En unos casos aparecen asentamientos abiertos y en zonas llanas, bien conectados con la vega y en suelos de vocación agrícola, pero sin duda la mayoría busca estos emplazamientos defensivos; y, aunque no se puede afirmar rotundamente, una gran parte pudo haber contado con murallas en un momento determinado de su existencia.
La altitud absoluta de los castros vettones oscila entre los 700 y 1500 ms. s.n.m., con un grupo claramente destacado, el abulense, muchas de cuyas cumbres superan con creces los 1000 ms. Su altura desde la base puede alcanzar los 40 ms. y superar los 200 ms. Este dato es mucho más elocuente, sobre todo si se trata de señalar el fenómeno de encastillamiento de los poblados. A falta de una cartografía detallada podemos hablar desde pequeñas aldeas, por debajo de la hectárea -albergarían en su interior a unas pocas familias- hasta poblados entre 20 y 70 hectáreas, con comunidades de varios centenares de personas. En época tardía algunas ciudades rebasarían incluso estas cifras.
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Esta preocupación por la defensa natural se completa con obras artificiales de fortificación: murallas, torres, fosos y piedras hincadas. La técnica constructiva de las murallas era bastante uniforme: dos paramentos, externo e interno, de mampostería en seco, con un relleno de piedras dispuestas ordenadamente en capas horizontales y trabadas unas a otras. Ocasionalmente este esquema básico se enriquece con un refuerzo interno que evita el desmoronamiento de la muralla, si a consecuencia de un ataque desaparece el primer paramento. Las murallas se construía sin cimentación alguna, directamente sobre el suelo de la roca natural, alcanzando una anchura de 4 a 8 m por término medio. Su grosor puede ser superior en la base, dependiendo del grado de inclinación de los paramentos externos. Este rasgo, el paramento en marcado talud, es muy característico en los castros de la provincia de Zamora, Salamanca y Cáceres, lo que confiere una gran personalidad al sector.
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